Sanar al niño interior para criar a niños auténticos
Para criar a nuestros hijos conscientemente y educarlos como seres autosuficientes y auténticos es necesario criarnos a nosotros mismos primero. Deshacernos de nuestras creencias limitantes como padres y sanar al niño interior que se esconde dentro de cada uno de nosotros. De este modo liberamos a nuestros hijos y dejamos de proyectar en ellos nuestras propias vulnerabilidades y carencias emocionales.
Tabla de contenidos
- 1 ¿Qué es el niño interior?
- 2 La importancia de sanar al niño interior
- 3 ¿Cómo proyectamos nuestras carencias en nuestros hijos?
- 4 ¿Cómo podemos sanar a nuestro niño interior?
- 5 ¿Cómo nos afectan nuestras creencias y experiencias en nuestro modelo de crianza?
- 6 Crecer cómo padres implica crecer como personas
¿Qué es el niño interior?
El niño interior es una metáfora psicológica que describe una parte de nosotros mismos. Tiene que ver con nuestra parte más auténtica, vulnerable e inocente (parte innata) y con todas aquellas experiencias e impresiones vividas durante la infancia que marcaron nuestra forma de comportarnos y relacionarnos con los demás. El trato recibido por nuestros padres y por las otras personas de nuestro entorno, todo el amor que recibimos y el que no recibimos, nuestras necesidades satisfechas y no satisfechas, nuestros buenos y malos recuerdos, etc.
La importancia de sanar al niño interior
Todos y cada uno de nosotros tenemos un niño interior que arrastra dolores, traumas o carencias (en mayor o menor medida) aunque no seamos conscientes de ello. Estas pueden tomar muchísimas formas (desde malos tratos, ausencias, recuerdos dolorosos o faltas de atención por parte de los padres hasta experiencias desagradables en el colegio, críticas, comentarios, gestos, tonos de voz, órdenes, palabras concretas que nos hirieron…). En realidad, no es tan importante la experiencia en sí sino la forma en la que hemos procesado estas vivencias y el grado de afectación que haya tenido en nosotros.
Cuando somos pequeños somos vulnerables, dependientes y muy sensibles a la influencia de nuestros padres y de nuestro entorno. A medida que vamos creciendo, creamos nuestra propia máscara (que posteriormente se convertirá en personalidad) para protegernos, estar seguros en el entorno en el que vivimos y relacionarnos con los demás. Ej. Un niño puede ser gracioso y complaciente con los demás para caer bien y gustar más.
Todos aquellos malestares y sentimientos que vivimos de pequeños, al no saber gestionarlos, se van depositando en nuestro inconsciente, contribuyendo a construir nuestra concepción sobre nosotros mismos y manifestándose una y otra vez en nuestra vida adulta.
¿Cómo proyectamos nuestras carencias en nuestros hijos?
Los seres humanos tendemos a proyectar muchos aspectos de nosotros mismos en nuestras relaciones con los demás.
«No vemos el mundo como es sino como somos», Jiddu Krishnamurti
No son los demás los que tienen el poder de hacernos sentir de una determinada manera sino nosotros mismos. Particularmente, tendemos a proyectar en los demás aquellas emociones que nos resultan difíciles de sentir o aquellos rasgos de nuestro carácter que no nos gustan y que sí que vemos en los demás.
Las relaciones con la pareja y con los hijos, al ser relaciones de intimidad de gran carga emocional, nos muestran con mayor claridad nuestros miedos y anhelos más profundos.
Una de las primeras preguntas que invita a hacernos la Dra Shefali Tsabary cuando habla de la crianza de los hijos es la siguiente: ¿Estás criando a tus hijos o a tu niño interior? Hasta que no pongamos la atención en nosotros y conectemos con nuestros traumas y heridas del pasado no podremos liberar a nuestros hijos de esta carga emocional y educarlos desde el amor incondicional. Ej. Si tenemos miedos e inseguridades por experiencias que hayamos vivido y éstas no están resueltas, por mucho que lo intentemos, es muy probable que transmitamos este temor a nuestros hijos. Si tenemos un deseo frustrado, es posible que procuremos que nuestro hijo lo cumpla por nosotros. Si nos sentimos necesitados de afecto, puede que recurramos a nuestros hijos para que nos hagan felices, hecho que los llevará a actuar no en base a sus propias necesidades e intereses sino en base a las nuestras.
¿Cómo podemos sanar a nuestro niño interior?
El trabajo de sanar nuestro niño interior es un camino hacia el amor propio. Se fundamenta básicamente en la comprensión y reinterpretación de todas aquellas experiencias que nos han herido (carencia de aprecio o aceptación, necesidades emocionales no resueltas, etc.). Se trata de revivirlas en nuestra mente sacando todo nuestro dolor hacia fuera y otorgándoles un nuevo significado con nuestra mirada de adulto
Los niños son excelentes guías porqué con su inocencia y vulnerabilidad nos conectan con nuestra parte más esencial y nos recuerdan el niño o la niña que fuimos. Si nos acostumbramos a mirar dentro cada vez que sentimos incomodidad podremos descubrir qué tema no resuelto escondemos debajo de cada emoción.
Herramientas de sanación
A parte de los hijos, cualquier situación de vida que nos confronte puede ser usada. La meditación y la reflexión sobre nuestros recuerdos de infancia o cualquier otra herramienta de autoconocimiento puede servirnos para descubrirnos e identificar heridas tienen su origen en nuestra infancia y que todavía seguimos arrastrando.
La clave está en:
- Aprovechar todo lo que nos pasa para aprender.
- Mantener una actitud de honestidad y apertura con nosotros mismos para permitirnos ser y sentir en cada momento.
¿Cómo nos afectan nuestras creencias y experiencias en nuestro modelo de crianza?
En la crianza de los hijos no estamos sólo los padres. La sombra de nuestros padres siempre nos acompaña, por lo que están tus padres y los de tu pareja, así como todas vuestras creencias fruto de vuestras experiencias.
Probablemente, hayas comprobado que, en momentos de estrés, cuando aflora tu parte más inconsciente, es fácil que respondas de la misma manera que lo hacían tus padres contigo (incluso repitiendo las mismas frases textuales). Tomar consciencia de ello es el primer paso para dejar de hacerlo.
Crecer cómo padres implica crecer como personas
Pensamos que son los hijos los que crecen a nuestro lado, pero en realidad los padres estamos llamados a crecer igual o más que ellos.
Los padres conscientes tienen claro que sus hijos son seres que «palpitan con su propia firma» , Shefali Tsabary
No se trata de educar a un mini yo, se trata de facilitar el espacio y ambiente adecuado para que la semilla única y especial de cada niño pueda florecer y crecer.
Poner consciencia significa cuestionar nuestras propias creencias y todos aquellos patrones de comportamiento que hemos interiorizado y aceptado como adecuados sin ponerlos en duda. Todo aquello que nos dijeron nuestros padres porqué escucharon de los abuelos y a su vez de los bisabuelos…
Hay un libro extraordinario que personalmente me ha marcado y que te recomiendo muchísimo si buscas una guía en este proceso de toma de consciencia de los padres. El libro se llama «Padres conscientes: Educar para crecer», de Shefali Tsabary. Si no conoces la autora de este libro ella es una psicóloga clínica, escritora y conferenciante muy reconocida a nivel internacional (autora de varios superventas) que se dedica a divulgar el modelo de crianza consciente. Para ella, la verdadera transformación radica en los padres. Considera que la mejor forma de permitir a nuestros hijos que alcancen su potencial completo es que nosotros, los padres, lleguemos al núcleo de quiénes somos y construyamos una conexión profunda con ellos.
Déjame un comentario con tu opinión y si quieres compartir algo de tu experiencia personal. Todas tus aportaciones son de gran valor para mi.
Un abrazo 😉
Entradas relacionadas
La crianza consciente. Una llamada a crecer junto a los hijos
La crianza consciente. Una llamada a crecer junto a los...
Leer más¿Cómo mejorar la comunicación familiar y fortalecer el vínculo con nuestros hijos?
En este artículo te cuento cómo mejorar la comunicación familiar...
Leer másTambién puede interesarte…
Actividades educativas, manualidades, juegos, juguetes…
Libros positivos para crecer felices…
Los niños son como una hoja de papel en blanco y su personalidad se irá formando según el comportamiento de sus padres. Podemos pensar que sabemos cómo ser padres, pero la verdad es que no lo sabemos. Todos hacemos lo que podemos en ese momento de la vida, donde nos vemos. Tu artículo es muy significativo, genial para los que son padres. ¡¡¡Gracias por compartirlo!!!
Gracias por tu comentario. Completamente de acuerdo. No tenemos ni idea de cómo ser padres, aunque pensemos lo contrario. Yo lo veo como un aprendizaje constante y una excelente oportunidad para crecer junto a nuestros hijos. Hay una frase de Shefali Tsabary que me gusta mucho: «Aunque creemos tener el poder de educar a los hijos, la realidad es que los hijos tienen el poder de educarnos a nosotros y convertirnos en los padres que necesitan que lleguemos a ser».
Un abrazo!
Es una enorme responsabilidad criar a los hijos. Hace una semana leí que los primeros 7 años de un niño son los años que tienen un impacto profundo en como el niño aprende a lidiar con ciertas situaciones y como responder intelectualmente y emotivamente. Como padres tenemos una gran responsabilidad en como tratamos a nuestros niños. Hacemos nuestro mejor esfuerzo pero claro, cada quien comete errores. Yo tambien he dicho algunas veces «portate bien» …
Pero como podemos resolver nuestro pasado si un adulto ha tenido una niñez de abuso? Como puede evitar errores del pasado un adulto que viene de un hogar donde no hubo amor o situaciones extremas? En este caso, que se puede hacer?
Hola Christine,
Muchas gracias por tu comentario. Efectivamente, los primeros años de vida generan un profundo impacto en nosotros y en la forma que tenemos de percibir el mundo. Cuando somos niños pequeños somos muy vulnerables e inocentes y totalmente dependientes de nuestros padres a todos los niveles (cognitivo, físico y emocional). Todas nuestras vivencias generan una huella en nosotros y, aunque nuestra experiencia no nos determina, sí que nos condiciona.
Con esto no pretendo crear angustia en los padres, sino tomar consciencia de ello. Evidentemente, nos equivocaremos una y otra vez porque no somos perfectos y es inevitable. Cuando esto suceda no debemos fustigarnos sino aprender de ello y usarlo para nuestro propio crecimiento.
En el caso extremo de aquellos adultos que han padecido experiencias muy traumáticas durante su infancia, necesitarán, sin duda, ponerse en manos de un profesional especializado que les pueda ayudar. No es algo que pueda resolver uno mismo. Yo no soy psicóloga ni especialista en estos temas, pero sé que las secuelas que dejan experiencias de este estilo son muy profundas y es de vital importancia buscar ayuda externa lo antes posible. De lo contrario, más tarde o más temprano, es muy probable que surjan depresiones, enfermedades u otros problemas graves de salud.
Un abrazo 🙂
Este es un artículo increíble. Creo que todo el mundo debería leerlo, tanto si son padres como si no. Veo muy, muy a menudo cuando los padres proyectan sus propios defectos, pérdidas y objetivos no alcanzados en sus hijos. Creo que esto ocurre de forma subconsciente en la mayoría de los casos, pero hay quienes lo hacen de forma consciente y deliberada. Trabajar a través de su trauma de la infancia es definitivamente algo que todo el mundo necesita hacer antes de tener hijos.
Rachel! Muchas gracias, me alegro mucho que te haya gustado el artículo. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Este es un ejercicio para todo el mundo. Forma parte de nuestro proceso de autoconocimiento muy necesario si queremos crecer como personas y convertirnos en nuestra mejor versión. Además, este ejercicio no sólo sirve para conectarnos más con nosotros mismos sino también para fortalecer el vínculo con los demás.
A veces, podemos tender a culpar a los padres por cosas que han hecho o que no han hecho. Sin embargo, cada uno lo hace lo mejor que sabe o que puede. Ellos también tuvieron padres y también podrían hacer reproches, pero al final no tiene ningún sentido buscar culpables. El hecho es que ahora, como adultos, tenemos unas herramientas que antes no teníamos cómo niños y podemos cerrar capítulos de nuestra vida que todavía nos afectan en el presente. Termino con una frase que dice: «Nunca es tarde para tener una infancia feliz».
Gracias! Un abrazo
Querida Marta
gracias por un texto tan maravilloso que me ha inspirado y me ha hecho pensar. Entiendo lo que has escrito desde tu experiencia personal. Tengo treinta años y todavía tengo miedos y patrones de comportamiento que me transmitieron mis padres. Es cierto que lo hicieron con buena intención en un deseo de protegerme del mundo cruel pero en realidad cometieron un gran error. No es necesario atar al niño a nosotros mismos y evitar que cometa errores porque éstos nos permiten fortalecernos y hacernos aptos para la vida. Mis padres esperaban que cumpliera sus deseos y ambiciones insatisfechas y en el camino me di cuenta de que no era feliz. Como si no dirigiera mi vida. Hay que dejar que los niños sean lo que son y apoyarlos en eso porque son independientes desde que nacen. Desgraciadamente, los padres se equivocan porque no trabajan en sí mismos, en quitarse los miedos y en desarrollarse en un sentido principalmente espiritual. A veces temo que, debido a mis conflictos internos no resueltos, algún día seré una mala madre. Por eso ahora trato de corregirme lo más posible. Siga escribiendo estos maravillosos textos y concienciando sobre la correcta crianza de los niños.
Saludos cordiales, Danijela
Hola Danijela,
Te agradezco mucho el comentario y me alegro haberte inspirado. Te entiendo muy bien. Yo tuve una infancia feliz, pero mis padres también me protegieron mucho. En un cierto momento de mi vida me di cuenta de esto y, aunque no les dije nada, los culpé en cierta forma dentro de mi cabeza. Sin embargo, después de ser madre, mi visión de la realidad ha cambiado bastante. Ya no los culpo. Sé que hicieron lo mejor que supieron (porque lo veo en mi misma como madre) y siento agradecimiento por todo el afecto y amor que recibí.
Te cuento brevemente un poco sobre mi….Soy madre de dos niños de casi 6 años el mayor y 3 años y medio el pequeño. Cuando estaba embarazada del mayor, me puse a leer y a leer sobre apego, lactancia materna y crianza positiva. Me empapé de información…hasta me empezó a interesar muchísimo la nutrición. Quería aprender a alimentarme de la mejor manera para dar lo mejor a mis hijos. Honestamente, pensaba que sabía todo lo que se tenía que saber, que todo estaba bajo control y que ya tenía buena parte del trabajo hecho. Me decía a mi misma: «yo nunca nunca haré o diré esto a mis hijos», «yo siempre siempre haré aquello»… Te puedes imaginar que no tarde mucho en darme cuenta de lo equivocada que estaba. No tenía ni idea de ser madre! Surgieron dudas, descubrí que, mientras criticaba mentalmente a mis padres por haberme protegido demasiado, yo estaba haciendo lo mismo con mi hijo! Aquí es cuando empecé a indagar sobre porqué me comportaba así…El trabajo personal nunca termina…Creo que lo más importante es estar abierto a descubrirse en los demás para comprendernos mejor y trabajar para mejorar.
Gracias Danijela! Perdona, que me enrollo mucho…la verdad es que estos temas me apasionan!
Un abrazo 🙂
Artículo fantástico, Marta, y muy cierto. Ahora soy abuela, pero todavía sé muy bien cómo reaccionaron mis padres y abuelos en determinadas situaciones. Tanto las reacciones agradables como las molestas.
No tengo mucha paciencia, soy consciente de eso, así que cuando mis nietos no están escuchando o rompiendo cosas, presto mucha atención a mis propias reacciones. Incluso entonces, no siempre respondo como me gustaría.
Pero mientras hagamos nuestro mejor esfuerzo y sobre todo irradiemos mucho amor, habrá equilibrio, ¿no crees?
Hola Hannie, muchas gracias por escribir y me alegro que te haya gustado el artículo. Los abuelos también tenéis un papel muy importante! Prestarnos atención cuando reaccionamos es muy importante para darnos cuenta que muy frecuentemente no es el comportamiento lo que nos afecta sino algo de nosotros mismos que se activa con esta situación concreta. Si integramos esto en nosotros, cada momento puede convertirse en un aprendizaje, aunque usarlo o no dependerá de nosotros mismos. Es muy interesante esto que dices del amor. Irradiar amor es justo lo que necesitamos. Sin embargo, ¿qué es el amor?, ¿sabemos amar siempre incondicionalmente? Esto daría para varios debates y unos cuantos artículos más…Lo que está claro es que si no nos amamos a nosotros mismos tampoco sabremos amar a los demás. ¿Qué opináis?